martes, 21 de julio de 2015

MONCAYO 1988, LUCHANDO POR LA PROTECCIÓN DE LA NATURALEZA

En 1988 toda la vertiente norte del Moncayo estaba en el punto de mira de los codiciosos especuladores que habían planificado la construcción de tres urbanizaciones en sus faldas.
En total estaban previstos unos novecientos chalés entre Añón y Alcalá de Moncayo.
Por suerte logré reunir un valioso equipo de amigos naturalistas que de forma incondicional se pusieron a la tarea de impedir la degradación del espacio natural más valioso de la provincia de Zaragoza. Los hermanos García Zamora, Eduardo Viñuales, Luis Tirado, actual director de la SEO en Aragón y el entusiasta y leal Rafael Tapia se volcaron en todo tipo de actividades para alertar a la sociedad aragonesa. Otros grupos naturalistas, ecologistas, montañeros, deportistas, o simples ciudadanos de a pie decidieron implicarse en la preservación de esta sagrada montaña especialmente el colectivo Ecofontaneros de Aragón, liderado por Victor Frago y José Luis Martínez, cuya acción acabó siendo decisiva y determinante para conseguir paralizar el cinturón de urbanizaciones que hubiera asfixiado al hermoso Moncayo.

Han pasado 27 años y los 900 chalés previstos se quedaron finalmente en apenas 200. De las 2.000 hectáreas protegidas que comprendía el antiguo Parque Natural del Moncayo se ha pasado a más de 12.000 ¡No está mal, eh!


Es ahora el momento de agradecer al entonces Justicia de Aragón, Emilio Gastón, el recio apoyo moral que nos transmitió durante aquella época tan crítica para el futuro del Moncayo.
Lamentablemente no podemos decir lo mismo del entonces presidente de Aragón, Hipólito Gómez de las Roces, persona honesta y sin tacha, pero que se dejó presionar por el sector más recalcitrante de su partido y apoyó hasta el final la construcción de la urbanización "Cumbres del Moncayo". Se equivocó este político, pero el sentimiento de los aragoneses hacia su Naturaleza pudo más que los chanchullos y las corruptelas del negocio del ladrillo.




CERVINO 4.478 m. ARISTA DEL LION
Alberto Sierra.
Alpinista
Montañeros de Aragón




Ya es nuestra temporada para ir de nuevo al Cervino.
Todavía acumula nieve, los guías aún no acceden a él aun pero es nuestra temporada. Salimos con una excelente previsión meteorológica para tres días desde nuestra llegada a Breuil y todo parece favorable.
Ésta vez saldremos pronto hacia el refugio y dispondremos de mas horas en la cabaña Carrell para relajarnos y disfrutar de semejante refugio. A poco más de las dos de la tarde ya estamos derritiendo nieve. Es un lugar inmejorable siempre y cuando no esté atestado. Estamos varias cordadas pero no es el caso.
La subida ha sido tranquila, es la tercera vez que accedemos y conocemos los pasajes. Esta noche saldremos pronto, la idea es empezar a las 4, con eso y los días más largos del año será suficiente día para llegar a la cima y volver.
                                     
Y lo dicho, con la compañía del frontal salimos detrás de dos cordadas y delante de otra, más que nunca para la época. No tardamos en alcanzar a nuestra predecesora avanzan a largos y nosotros llevamos nuestro ensamble infinito. Recordamos bien la ruta hecha varios años atrás pero siguiendo su avance llegamos a un lugar que no recordamos. Buscamos y retrocedemos para recuperar la ruta buena en la cara sur todavía del pico.
Pasamos los conocidos pasajes de la ruta : Mauvais Pas, las escrituras, el Linceul y alcanzamos la Crêt du Coq por la Grande Corde. Ahora avanzamos al sol a plena cresta con los abismos de ambos lados, preciosos e impresionantes y llegamos al único hombro que el Cervino tiene en sus cuatro aristas (con permiso de la punta Muzio). Fue nuestra cota más lejana años atrás.

Vamos bien, muy tranquilos y en hora, pero albergamos dudas de que habrá entre el pico Tyndall y el Col de la Felichité, a algún punto indeterminado en éste tramo Tyndall lo catalogó como un punto infranqueable por el hombre, está claro que no, pero fácil no ha de ser.
Ya solo seguimos dos cordadas en la ruta. Y tras afilados tramos y varios pequeños destrepes incluida la Enjambee alcanzamos la pirámide final, realmente tuvo su cosa pero menos de lo esperado. Subimos los últimos tramos incluida la curiosa escala Jordan y alcanzamos nuestra deseada cima, ambas de ellas, Suiza e Italiana en una entretenida arista somital.
Es para nosotros una cima que tendrá para siempre una gran importancia, bella, sobre todo  cuando nos hemos quedado solos montaña y nosotros, como hoy, como siempre que hemos venido, porque más importante que la cima, ha sido el cómo.
Ahora empieza un descenso de dos días hasta el llano.





PEÑA MONTAÑESA 2.291 m.
FAJA "TORO" AÉREA Y ENRREVESADA.
En rojo la faja "toro". En amarillo la ruta normal.

El pasado sábado, 18 de julio, Jesús y yo habíamos llegado a Oncins sobre las 7 h. de la mañana, donde teníamos que juntarnos con unos amigos valencianos, Manolo, su esposa Lucía, y su hijo Martín de 16 años, para subir juntos a la Peña Montañesa ( 2.291 m ). Pensábamos que podríamos tomar un café en el bar de Ambrosio pero estaba cerrado así que tuvimos que conformarnos con el desayuno que habíamos tomado anteriormente. Unos 20 minutos más tarde llegaron nuestros compañeros de excursión. Tras los saludos y una breve charla, iniciábamos la ascensión desde el camino que parte del monasterio de San Victorian, en Los Molinos. Eran las 7:30 de la mañana. La verdad es que teníamos una cierta inquietud por el fuerte calor con el que nos podíamos encontrar a tenor de las altísimas temperaturas que se están registrando en este verano para el recuerdo. Pero no fué así hasta la parte final de la bajada. Durante el resto del trayecto tuvimos un tiempo muy aceptable.

Tras una primera parte sin dificultades y a través de una senda fácil y bonita llegamos a una bifurcación en la que se puede seguir por el camino más accesible y habitual o bien tomando la senda cuyo nombre está escrito, en color rojo, sobre una piedra. Allí se lee "TORO" y también hay una flecha que indica el incio de esa gran faja, LA FAJA DEL TORO. Caminar por esta faja ya es otra historia porque se hace a través de un sendero pegado a las rocas y teniendo a la izquierda el abismo. No es que sea muy peligroso pero quizás, para personas con vértigo, no sea el camino más apropiado porque ver los cortados que quedan a la izquierda y ver los cortados por los que que hay que pasar, ciertamente impresiona. De vez en cuando hay que buscar casi con lupa los hitos que marcan la faja. Tuvimos que perder altura en varias ocasiones para volver a recuperarla subiendo zonas de pedrera que requieren un cierto esfuerzo.





Martin y Toño en la faja "toro" de la Peña Montañesa.


Tras unas horas de camino de esta larguísima faja ( aunque según Ambrosio, el propietario del bar de Oncines, este gran tramo que hicimos sólo representa la mitad de toda la faja ) nos encontramos con una fortísima y pedregosa canal que nos obligó a sacar fuerzas de flaqueza para subirla y alcanzar el punto donde se encuentran los dos caminos que llevan a la Peña Montañesa. Realmente esta canal es muy muy fuerte. Y aquí Lucía, en su intento, se lastimó un poco la rodilla. Con buen tino, decidió esperarnos en el cruce de los caminos, y Jesús, Manolo, Martín y yo continuamos hasta la cumbre. Como siempre, una vez arriba y viendo todo el espectáculo pirenáico que la vista alcanza desde la cima, te olvidas del cansancio. No perdimos demasiado tiempo y bajamos muy rápidos hasta encontrarnos con Lucía que se había recuperado un poco durante ese rato de descanso. El descenso lo hicimos por la ruta más habitual, es decir, a través de la pradera de LA TUCA. Jesús conocía la existencia de una fuente y cuando llegamos a ella fué como encontrar el mayor de los tesoros. Bebimos hasta saciarnos, nos refrescamos los cuerpos calientes y sudorosos, y llenamos nuestras cantimploras. El resto de la bajada hasta San Victorian fué ya muy fácil y bastante rápido. Cuando llegamos al aparcamiento eran las 15:30 de la tarde así que habíamos invertido 8 horas en hacer el bucle completo. Desde ahí, bajamos en los coches hasta Oncins, nos tomamos un refresco en el bar de Ambrosio, y escuchamos sus historietas sobre esta grandiosa montaña y sobre sus múltiples recorridos por la FAJA DEL TORO.


En cuanto terminamos el refresco, nos despedimos de esta amable familia, Manolo, Lucía y su hijo Martín. Ellos decidieron quedarse a comer ahí mientras que Jesús y yo salimos hacia Sabiñánigo. Eso sí, al pasar por Boltaña, nos salimos de la carretera y nos dimos un superbaño en el río ARA. Es un río de esos que todavía quedan sin contaminar y cuyas aguas son frescas, claras y apetitosas. Fué el colofón, muy bonito y muy refrescante, de una jornada preciosa.
Toño Rapún (Sabiñánigo)


MITOS Y SÍMBOLOS DEL PIRINEO



La Fiesta del Libro Pirenáico es una buena ocasión para adquirir este tipo de obras sobre temas de nuestras montañas presentados desde ópticas distintas al puro montañismo.



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